Por
ser el mes de febrero no se me ocurre mejor manera de celebrar el
Día de Andalucía que enseñar algo de nuestra cultura, que también
la tenemos, aunque haya mucha gente que confunda nuestra forma de
hablar con incultura, cuando lo que de verdad ocurre es que hablamos
y somos diferentes.
Pero no me voy a centrar en las personas que creen que no sabemos hablar sino más bien en las personas que no siendo andaluzas aman Andalucía. Con la esperanza de que este blog llegue a ellos quiero decirles que todavía pueden ser andaluces, porque hay dos formas de ser andaluz; una es nacer en Andalucía y la otra vivir en Andalucía, de tal forma que cuando llegues a tu tierra de origen te digan -¿Tú no eres de aquí, verdad? Ese día eres andaluz.
Pero
antes me gustaría hacer una aclaración. Sé que a los no andaluces
os cuesta entendernos, así que si no nos entiendes pues pedid que os
repitan y ya está, que eso no nos importa. Ya nos hemos dado cuenta
de que no nos entendéis porque cuando un andaluz habla en la tele
aparecen subtítulos, aunque nosotros lo entendemos perfectamente
–menos a los chunguitos–. Pero si hay algo que repatea a un
andaluz es que tú estés diciendo algo muy serio y la otra persona
se ría y diga:
–¡Qué
gracioso!
Y
tú te preguntas qué habré dicho que es tan divertido.
Pero
esto de los subtítulos tiene lagunas porque qué pasa con las
expresiones andaluzas, las puedes transcribir pero siguen sin
entenderse fuera de Andalucía. Es más, si me apuras no todas serán
entendidas en toda Andalucía. Por eso yo voy a centrarme en
expresiones más bien malagueñas que realmente son las que domino.
Pongámonos
en situación. Supongamos –lo que en andaluz sería
“un poné”– que un joven malagueño, antes de la
crisis, llega a casa de la obra y al entrar se dirige a su madre y le
dice:
–Voy
a la ducha embalao que vengo “comiomierda” y guarnio de tanto
currar.
En
realidad este andaluz le está diciendo a su madre que se va a duchar
lo más rápido posible porque viene muy sucio y cansado de trabajar.
Y
es que la comunicación entre un malagueño o malagueña y su madre
es muy rica, pues los andaluces somos niños como cualquiera, y
cuando nuestra madre nos dice:
–Niño,
no vuelvas tarde.
El
niño malagueño, en un principio no le hace mucho caso a su madre, a
no ser que dicha frase continúe diciendo:
–Que
hay gazpachuelo.
Y he dicho
gazpachuelo no gazpacho, no se confundan. Ahí sabes que tienes que
obedecer y volver temprano pues el gazpachuelo no se puede
recalentar. Para todos aquellos que os estáis preguntando qué es un
gazpachuelo se trata de una especie de sopa hecha a base de mayonesa
y pescado, de ahí que no se pueda recalentar porque se corta. Y como
apunte digo que las personas mayores siempre han dicho que este plato
era comida de duelo.
Mal
que nos pese en mi casa, que siempre repetimos hasta que se acaba el
gazpachuelo ya que de todas formas no se puede guardar para mañana.
Yo sé que es un plato a extinguirse pues no se puede llevar al
trabajo y tampoco es uno de esos platos que serán eternos, (que son
aquellos de platito con platito). Sí, sabéis de lo que hablo,
cuando llegas a casa tarde y encima de la mesa o de la encimera de la
cocina hay un plato con algo dentro, pero tú no puedes verlo porque
tiene otro encima bocabajo. Tú no sabes lo que es pero sabes que es
una comida que se puede comer en ese mismo instante a temperatura
ambiente sin recalentar. De hecho es bastante probable que esté más
buena ahora que recién hecha y por eso te la han dejado, porque
saben que tu vendrías “esmayao” que en castellano
quiere decir muerto de hambre.
Pero
si de comer en Málaga se trata, no podemos olvidarnos del pitufo
y el sombra, que el desayuno es la comida más
importante del día. El sombra es un café y el pitufo es un
bocadillo que si lo pedimos en su versión pequeña es un pitufito.
Pero
volviendo a la unión entre los malagueños y sus madres, en una casa
malagueña es muy frecuente que surja esta conversación. “Un
poné”: tú no estás muy bien de ánimo, así que tu
madre que siempre está atenta te dice:
–¿Te
pasa algo?
–No
mamá.
–A
mí no me engañas, que tú tienes cara de gazpachuelo cortao.
Mamá
en realidad quiere decir que algo te ocurre y que puede notarlo en tu
cara.
Pero
volvamos de nuevo al momento en que tu madre te dice:
–Niño,
no vuelvas tarde.
Todos
los no andaluces os habéis trasladado a vuestra infancia al leer la
palabra niño, habéis pensando en una persona de corta edad, pero en
Andalucía esto no tiene porque ser así. Puede ser una madre
dirigiéndose a su hijo, aunque su hijo tenga edad de ser abuelo.
Incluso no tiene porque ser tu madre, puede ser tu pareja o cualquier
persona, sin importar el parentesco, siempre y cuando exista la
suficiente cercanía o incluso una persona completamente extraña,
siempre que exista diferencia de edad.
Pero
perdónenme que insista en la unión que existe entre las familias
malagueñas, no en vano, Málaga es el único lugar del mundo en el
que se comen chochitos en familia y no pasa nada. Es
más, cuanto más familia haya, mayor razón para sacar los chochitos
y agasajar a tus invitados. Porque nosotros llamamos chochitos
a los altramuces.
Y
vale sí, los niños malagueños nos hacemos piardas, como
todos los niños, aunque el resto de los niños lo llamen hacer
pellas. Pero por muy poca formación que tenga, un malagueño sabe
elegir el momento en el que hay que usar el castellano y cuándo el
andaluz. Porque un malagueño en las redes sociales menciona pero
fuera de ellas mienta a las personas y las cosas.
Si
quieres ser un buen andaluz y evitar muchas confusiones es muy
importante que conozcas la triple negación. Podría explicarlo yo,
pero este señor, que es un “máquina”, lo hace
mucho mejor.
Por
cierto, un máquina es una persona que es muy buena en
una materia concreta, un maestro en algo, o simplemente aquella
persona que te parece de gran valor.
Y
ahora un poco de vocabulario que eso es elemental.
Empecemos por un verbo muy importante, el verbo alargar. Un malagueño no va a los sitios sino que se llega o se alarga. También puede alargar a las personas y las cosas.
Empecemos por un verbo muy importante, el verbo alargar. Un malagueño no va a los sitios sino que se llega o se alarga. También puede alargar a las personas y las cosas.
Los niños
malagueños se tiran por la chorraera y no por el
tobogán, los niños gaditanos lo hacen por la resbaleta
y los sevillanos por la rebalaera.
Los
cuadros en Málaga se cuelgan con la ayuda de un guarrito
y no con un taladro.
Ser
un agonía es ser un egoísta o tacaño
que lo quiere todo para él. También puede ser llamado tacaño.
Estar
aliquindoi es estar atento mientras que
estar empano es esta poco espabilado o poco atento,
también se puede usar alobao.
Ser
apañao es
ser una persona atenta, agradable, simpática, que cumple bien con
sus obligaciones. En este caso se puede usar también que es un tío
perita o buena gente.
Y
ahora una cosa muy importante, las unidades de medida:
La
mijilla, el pelín, la pechá y
la hartá.
Pero
no os voy a cansar más con el vocabulario que de eso está petao
Internet. Petao es muy lleno.
La
empatía es muy importante en la vida y por eso os dejo este vídeo
para que veáis cómo se siente un andaluz cuando sale de su tierra.
Para
que no os penséis que me creo el ombligo del mundo, una malagueña
hablando de los andaluces, aquí os dejo este vídeo en el que son
los guiris los que hablan de nosotros.
Y
para terminar quiero deciros que si esto fuera un curso de andaluz en
el diploma que os darían al finalizar no pondría Andalucía
acredita que usted es andaluz, sino Andalucía acredita que es usted
andaluz por los cuatro costaos.
Que
nadie se equivoque que con esto no quiero decir que lo nuestro es lo
mejor y lo único que vale, que eso sí que es de catetos.
Feliz
Día de Andalucía a los andaluces por los cuatro costaos
y a los que son una mijita andaluces.