sábado, 5 de octubre de 2013

Historias que pasan en un autobús


Todo empieza en la parada, llegas casi siempre a la misma hora y te encuentras a los abueletes del barrio allí sentados, aunque en su mayoría no vayan a coger el coche (el autobús). No te puedes sentar, pero tiene la ventaja de que antes de que les preguntes ya te han dicho cuánto hace que pasó o si está por llegar el bus que esperas.



Pero también está el matrimonio mayor que coge siempre a la misma hora que yo el bus y aún no se ha dado cuanta de que los oigo cuchichear diciendo ahí está la muchacha que va a estudiar.

Cuando llega el bus, el chófer es el amigo de Víctor. Bueno, yo lo llamo así porque cuando Víctor vivía en Málaga llegaba del trabajo en el bus en el que yo me marchaba y el chófer antes de irse de la parada siempre pitaba y sacaba el brazo para despedirse expresamente de él. Ya nos podrías contar qué tipo de amistad tenías con el chófer...

Tengo que reconocer que después de tanto tiempo ya es amigo mío. Recuerdo un día que yo iba andando por la calle Victoria a la hora que solía coger el bus allí. Yo no lo iba a coger ese día, pero el bus estaba en el semáforo, así que cuando se puso en verde, antes de marcharse el conductor me pitó y me dijo por la ventana: -¿ te vienes?-

Pero nada comparado con el día en que me subo en el bus, voy a pagar con la tarjeta, pero la tarjeta que hay en mi bolsillo no es la del bus, es la del gimnasio y pienso "pero Ceci si la tarjeta del gym no te deja pasar ni en el gimnasio, ¿cómo vas a pagar el bus?". El conductor ve la tarjeta del gym y se parte de la risa. Pero calma, busco la cartera. ¡Mierda me la he dejado en casa! y el conductor vuelve a reírse y me dice- venga que ya vas tarde- y me deja pasar, con lo que me siento y me pongo a pensar a quién le voy a pedir el dinero para la vuelta.



Pero advierto que para llegar a este grado de amistad con los conductores hay que pasar muchas horas en el autobús.

Ya estás en el bus y como el recorrido es muy largo sacas un libro para entretenerte. Sí, ya sé lo que pensáis, que el ipod es más práctico, pero en aquel entonces yo no lo tenía. Recuerdo que me estaba leyendo "La sombra del viento". Se me sientan al lado tres chavales y uno me pregunta con toda la educación que puede:

      - ¿Te lo tienes que aprender entero?

Y yo contesto:

      - No, lo leo por placer.

Entonces él me contesta, mucho más tranquilo:

      - Aah, que cuando te hartes lo dejas.

Tuve la tentación de sacar el libro de las oposiciones y decirle:

      - Este sí que me lo tengo que aprender.

Pero pensé que lo podía matar de un infarto. Creo que chaval no se acaba un libro desde el "Micho 1".

Otro día estás sentada tranquilamente en el bus y entra un muchacho del gym y desde la otra punta del bus te pregunta:

     -  ¿Por qué ya no coincidimos?

Yo le contesto:

     - Es que estoy estudiando y no puedo ir a la misma hora.

A lo que él contesta:

    - Muy bien, mírame a mí que no he estudiado y ahora vendo calcetines en el rastro.

Sin moverse del sitio me lanza calcetines que yo cojo al vuelo y me guardo en el bolso. Ya ha conseguido que todo el mundo nos mire, así que empieza a cantarme la discografía completa de "Rebelde Way".

Otro día, mientras también leía, se sienta al lado el Mocito Feliz y me da la enhorabuena por dedicarle tiempo a la lectura. Creo que mi blog no sale de Málaga y todos sabéis quién es el Mocito Feliz, pero si alguien no lo sabe que se ponga en contacto conmigo y yo se lo explico, si se puede...

Hace un tiempo cuando estaban haciendo la obra en el colegio de Gamarra se me sentó al lado una señora que me comentó que era monja y que siempre ha dado clase en ese colegio. Me estuvo comentado que la obra que estaban haciendo es un geriátrico porque ya son muchas monjas las que superan los noventa años. Me dice entre risas que no se quiere reír pero que desde que empezaron la obra están cayendo como moscas y que cuando terminen ya no quedará ninguna si siguen así. Supongo que a una moja no le debe dar miedo la muerte, debe estar esperando vivir la siguiente, porque sino no lo entiendo.

No me puedo olvidar del hombre que siembre cuanta la historia de su cuñada que es muy fea y que le ha dado a su mujer un millón de euros para los mandados. Que un día le dijo a Ani que hace mucho, fue su novia. ¿que habrá sido de él? Hace mucho que no le veo. Iba siempre en el 8.


Una vez nos subimos en el circular para ir al centro. En su interior solo había un pasajero, un borracho sentado al final que se había quedado dormido, íbamos super entretenidos pendientes de si se caía o no.

      - Uyyy que se cae.

Y el chófer dijo:
      
      - Llevo tres vueltas intentando despertarlo y no hay manera.

Y que conste que solo le falta coger el freno de mano, yo no había visto una cosa igual hasta que fui a Roma. Es increíble cómo conducen en esa ciudad, cuando volvimos de visitar a Ricardo me quedé temiendo por su vida hasta su regreso.

Cómo olvidar el día que el conductor del circular no se sabía el recorrido y eran los viajeros los que le iban diciendo para dónde tenía que ir. Cuando se iba a meter por la calle que no debía, todo el autobús dijo al unísono: ¡nooooooooooo!

Por supuesto, mención especial para el 25 que llega al parque tecnológico. En el cual tienes que pasar la tarjeta y entrar por la puerta de atrás porque siempre va super lleno y cuando subes te llega su olor característico, que para el que no lo conozca es una mezcla de los currantes del PTA, los abueletes del campo con gorro de paja que viven en Campanillas y las mujeres en pijama y bata que se suben en la parada de los Asperones. Por cierto, a ver si podéis aclararme una duda que tengo, ¿la bata y el pijama será la misma que la de casa o tendrán una para casa y otra para la calle?

Pero todo sabemos que la línea más peligrosa es la de la Feria porque es como la calle de la juventud pero en un espacio mucho más reducido.

Otras cosas que pasan en los autobuses, por ejemplo, cuando estás sentada en el circular tan tranquila y de pronto el conductor da un frenazo y se baja corriendo, pero vuelve a subir para coger el extintor. Pero a los pasajeros lo que les preocupa es que ellos han pasado la tarjeta y no les pueden devolver el viaje y que por lo tanto les tienen que llevar a las puertas de sus casas, ya sea a caballito o en la espalda del chófer.

Aquel otro día que el autobús se para y una señora ciega y y la mora que la acompaña empiezan a discutir si es esa o no la parada en la que deben bajarse y después de varios minutos empiezan a tomar partido las señoras que van en el bus y yo me pregunto ¿cómo saben las demás señoras si la ciega se quiere bajar allí o en otro sitio? El autobús lleva varios minutos parados y la gente empieza a impacientarse, entonces la señora dice dirigiéndose a la joven:

       - Niña, ahí en frente ¿hay un unicaja?

Todo el autobús contesta:

      - Sí

Lo que indica dos cosas, que la señora sabía perfectamente dónde estaba y que es andaluza porque solo aquí una mujer de cualquier edad puede ser llamada niña.


Esta entrada, como no puede ser de otra forma, se la tengo que dedicar a mi padre porque si no fuera por él que me lleva a todos los sitios pasaría aún más tiempo en el autobús. 


Créditos de las fotos:Jose Slz en Flickr y Jóse Glez y Lopez Pepe (ADM) en Flickr

3 comentarios:

  1. Jajajajja!!!que conste que yo llegue al micho 2!!jajajja ....y lo del bus de la feria lo corroboro....yo estube alli el dia q empezo a salir humo del bus.. jajajjaja....XD

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  2. El de los calcetines era el gran " Gabriel"

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