Hoy
quiero hablaros de esa excursión que todos hacíamos a la granja
escuela, ese lugar donde se explicaba a los niños de ciudad que la
leche no viene directamente del tetra brik y donde veíamos en vivo a
animales que no eran perros y gatos.
Pero
la excursión comienza mucho antes de llegar a la granja, mucho
antes. Yo recuerdo que la primera excursión la hice con 6 años. Me
hizo tanta ilusión que los 3 tres días antes me desperté creyendo
que se me había hecho tarde para la granja escuela.
Tu
madre pagaba para que nos llevasen en autobús y nos cuidasen todo el
día en la granja, nos dieran de comer, etc. Después de analizarlo
bien pienso. ¡encima pagábamos!
Pongámonos
en situación. Habíamos madrugado, pero ese día todos estábamos
contentos porque no había cole. Subíamos al autobús, ¡pero
cuidado! No valía sentarse en cualquier sitio, el asiento que
eligieras para las primeras excursiones marcaría tu futuro en el
colegio. Si te sentabas al final estaba claro que habías elegido el
papel de rebelde dispuesto a ser el líder de todos –este tipo de
seres no acababa la ESO–. Pero si por el contrario te sentabas
junto a la “seño” tendrías una infancia muy dura porque los que
se sentaban al final irían a por ti. Lo más recomendable en estos
casos era sentarse en la zona segura, la de en medio, te garantizaba
que acabarías tus estudios y podrías sobrevivir a ello.
Una vez elegido el asiento comenzábamos a cantar, ¿os acordáis? "para ser conductor de primera acelera" pero esa era solo para calentar la voz la que realmente nos gustaba era aquella de " en la puerta del colegio hay un charco no ha llovido son las lagrimas de.... porque ......no ha venido" y siempre se procuraba buscar la combinación más cruel que provocaba las risas de todos menos de nuestros compañeros menos de los protagonistas. Mientras el chófer y los profesores se decían que se habían equivocado de profesión y que mañana les tocaría el casete de los del viaje de fin de estudios
Una vez elegido el asiento comenzábamos a cantar, ¿os acordáis? "para ser conductor de primera acelera" pero esa era solo para calentar la voz la que realmente nos gustaba era aquella de " en la puerta del colegio hay un charco no ha llovido son las lagrimas de.... porque ......no ha venido" y siempre se procuraba buscar la combinación más cruel que provocaba las risas de todos menos de nuestros compañeros menos de los protagonistas. Mientras el chófer y los profesores se decían que se habían equivocado de profesión y que mañana les tocaría el casete de los del viaje de fin de estudios
Una
vez en la granja nos enseñaban un burro muy viejo, los cerditos, los
pavos reales enjaulados –que a mí personalmente me llamaban mucho
la atención pero a la vez me daban mucha lástima–. Recuerdo una
vez que vi un toro también muy viejo que tenían allí para preñar
a la vacas, y algunos lo tocaron y eso, pero yo mantuve la distancia
porque siempre he sido una cagueta…
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Pero
llegaba la hora de comer y siempre comíamos lo mismo, macarrones con
tomate y croquetas de segundo, lo recuerdo porque yo odio la pasta,
llevo años sin probarla, pero para que os hagáis una idea para mí
es la típica comida que cuando tocaba en casa y preguntaba:
- Mamá,
¿qué hay de comer?
Ella
contestaba:
- Comida
Con
lo cual yo ya sabía que no me iba a gustar y puesto que lentejas no
era ya que no me había llegado su olor característico, yo pensaba:
o macarrones o espaguetis.
Pero
tranquilos que como la naturaleza es sabia nací junto a una hermana
gemela a la que le gustan los macarrones así que se comía los míos
y me cedía amablemente sus croquetas, y por si esto no fuese
suficiente, mi madre me llenaba la mochila de bocadillos.
Pero
llegaba la hora de la merienda y nos enseñaban a hacer pan, recuerdo
que le metíamos una pastilla de chocolate dentro. Esto me hace
pensar 2 cosas: la primera, que para mí es una asquerosidad porque
hacíamos los bollos y los metíamos en el horno y luego te tocaba el
de otro que a saber cómo se había lavado las manos después de
tocar al burro y a los cerdos; y la segunda, pobre del que le tocara
mi bollo porque se comería el más deforme de todos.
Pero
vamos a la parte seria, por la que he escrito todo esto. En realidad
estoy haciendo una investigación, porque no sé si lo recordáis
pero a la hora de la merienda siempre la mesa de al lado estaba
preparada para una cena. Cuando preguntabas te decían que había un
grupo que se quedaba 3 días. Hoy me pregunto ¿conocéis a alguien
que se quedara? ¿O es como los medidores de la audiencia que todo
sabemos que existen pero nadie ha visto uno?
En
aquel entonces pensaba: ¡qué cara ellos se quedan! Y un segundo
después me decía a mi misma que no conseguiría sobrevivir a base
de croquetas y bocadillos los 3 días y que era mucho mejor disfrutar
de aquel bollo con una forma casi perfecta y lleno de bacterias para
coger fuerzas para el duro viaje de vuelta.
Como
no puede ser de otra manera esta entrada se la dedico a mi madre, que
como sabía que lo pasaría mal a la hora de la comida, me hacía los
bocatas y me recordaba que tenia que ser rápida en decir no aquello de "no piki" de lo contrario estaría perdida.