Todo
empieza en la parada, llegas casi siempre a la misma hora y te
encuentras a los abueletes del barrio allí sentados, aunque en su
mayoría no vayan a coger el coche (el autobús). No te puedes
sentar, pero tiene la ventaja de que antes de que les preguntes ya te
han dicho cuánto hace que pasó o si está por llegar el bus que
esperas.
Pero
también está el matrimonio mayor que coge siempre a la misma hora
que yo el bus y aún no se ha dado cuanta de que los oigo cuchichear
diciendo ahí está la muchacha que va a estudiar.
Cuando
llega el bus, el chófer es el amigo de Víctor. Bueno, yo lo llamo
así porque cuando Víctor vivía en Málaga llegaba del trabajo en
el bus en el que yo me marchaba y el chófer antes de irse de la
parada siempre pitaba y sacaba el brazo para despedirse expresamente
de él. Ya nos podrías contar qué tipo de amistad tenías con el
chófer...
Tengo
que reconocer que después de tanto tiempo ya es amigo mío. Recuerdo
un día que yo iba andando por la calle Victoria a la hora que solía
coger el bus allí. Yo no lo iba a coger ese día, pero el bus estaba
en el semáforo, así que cuando se puso en verde, antes de marcharse
el conductor me pitó y me dijo por la ventana: -¿ te vienes?-
Pero
nada comparado con el día en que me subo en el bus, voy a pagar con
la tarjeta, pero la tarjeta que hay en mi bolsillo no es la del bus,
es la del gimnasio y pienso "pero Ceci si la tarjeta del gym no
te deja pasar ni en el gimnasio, ¿cómo vas a pagar el bus?".
El conductor ve la tarjeta del gym y se parte de la risa. Pero calma,
busco la cartera. ¡Mierda me la he dejado en casa! y el conductor
vuelve a reírse y me dice- venga que ya vas tarde- y me deja pasar,
con lo que me siento y me pongo a pensar a quién le voy a pedir el
dinero para la vuelta.
Pero
advierto que para llegar a este grado de amistad con los conductores
hay que pasar muchas horas en el autobús.
Ya
estás en el bus y como el recorrido es muy largo sacas un libro para
entretenerte. Sí, ya sé lo que pensáis, que el ipod es más
práctico, pero en aquel entonces yo no lo tenía. Recuerdo que me
estaba leyendo "La sombra del viento". Se me sientan al
lado tres chavales y uno me pregunta con toda la educación que
puede:
- ¿Te
lo tienes que aprender entero?
Y
yo contesto:
- No,
lo leo por placer.
Entonces
él me contesta, mucho más tranquilo:
- Aah,
que cuando te hartes lo dejas.
Tuve
la tentación de sacar el libro de las oposiciones y decirle:
- Este
sí que me lo tengo que aprender.
Pero
pensé que lo podía matar de un infarto. Creo que chaval no se acaba
un libro desde el "Micho 1".
Otro
día estás sentada tranquilamente en el bus y entra un muchacho del
gym y desde la otra punta del bus te pregunta:
- ¿Por
qué ya no coincidimos?
Yo
le contesto:
-
Es que estoy estudiando y no puedo ir a la misma hora.
A
lo que él contesta:
- Muy
bien, mírame a mí que no he estudiado y ahora vendo calcetines en
el rastro.
Sin
moverse del sitio me lanza calcetines que yo cojo al vuelo y me
guardo en el bolso. Ya ha conseguido que todo el mundo nos mire, así
que empieza a cantarme la discografía completa de "Rebelde
Way".
Otro
día, mientras también leía, se sienta al lado el Mocito Feliz y me
da la enhorabuena por dedicarle tiempo a la lectura. Creo que mi blog
no sale de Málaga y todos sabéis quién es el Mocito Feliz, pero si
alguien no lo sabe que se ponga en contacto conmigo y yo se lo
explico, si se puede...
Hace
un tiempo cuando estaban haciendo la obra en el colegio de Gamarra se
me sentó al lado una señora que me comentó que era monja y que
siempre ha dado clase en ese colegio. Me estuvo comentado que la obra
que estaban haciendo es un geriátrico porque ya son muchas monjas
las que superan los noventa años. Me dice entre risas que no se
quiere reír pero que desde que empezaron la obra están cayendo como
moscas y que cuando terminen ya no quedará ninguna si siguen así.
Supongo que a una moja no le debe dar miedo la muerte, debe estar
esperando vivir la siguiente, porque sino no lo entiendo.
No
me puedo olvidar del hombre que siembre cuanta la historia de su
cuñada que es muy fea y que le ha dado a su mujer un millón de
euros para los mandados. Que un día le dijo a Ani que hace mucho,
fue su novia. ¿que habrá sido de él? Hace mucho que no le veo. Iba
siempre en el 8.
Una vez nos subimos en el circular para ir al centro. En su interior solo había un pasajero, un borracho sentado al final que se había quedado dormido, íbamos super entretenidos pendientes de si se caía o no.
- Uyyy
que se cae.
Y
el chófer dijo:
- Llevo
tres vueltas intentando despertarlo y no hay manera.
Y
que conste que solo le falta coger el freno de mano, yo no había
visto una cosa igual hasta que fui a Roma. Es increíble cómo
conducen en esa ciudad, cuando volvimos de visitar a Ricardo me quedé
temiendo por su vida hasta su regreso.
Cómo
olvidar el día que el conductor del circular no se sabía el
recorrido y eran los viajeros los que le iban diciendo para dónde
tenía que ir. Cuando se iba a meter por la calle que no debía, todo
el autobús dijo al unísono: ¡nooooooooooo!
Por
supuesto, mención especial para el 25 que llega al parque
tecnológico. En el cual tienes que pasar la tarjeta y entrar por la
puerta de atrás porque siempre va super lleno y cuando subes te
llega su olor característico, que para el que no lo conozca es una
mezcla de los currantes del PTA, los abueletes del campo con gorro de
paja que viven en Campanillas y las mujeres en pijama y bata que se
suben en la parada de los Asperones. Por cierto, a ver si podéis
aclararme una duda que tengo, ¿la bata y el pijama será la misma
que la de casa o tendrán una para casa y otra para la calle?
Pero
todo sabemos que la línea más peligrosa es la de la Feria porque es
como la calle de la juventud pero en un espacio mucho más reducido.
Otras
cosas que pasan en los autobuses, por ejemplo, cuando estás sentada
en el circular tan tranquila y de pronto el conductor da un frenazo y
se baja corriendo, pero vuelve a subir para coger el extintor. Pero a
los pasajeros lo que les preocupa es que ellos han pasado la tarjeta
y no les pueden devolver el viaje y que por lo tanto les tienen que
llevar a las puertas de sus casas, ya sea a caballito o en la espalda
del chófer.
Aquel
otro día que el autobús se para y una señora ciega y y la mora que
la acompaña empiezan a discutir si es esa o no la parada en la que
deben bajarse y después de varios minutos empiezan a tomar partido
las señoras que van en el bus y yo me pregunto ¿cómo saben las
demás señoras si la ciega se quiere bajar allí o en otro sitio? El
autobús lleva varios minutos parados y la gente empieza a
impacientarse, entonces la señora dice dirigiéndose a la joven:
- Niña,
ahí en frente ¿hay un unicaja?
Todo
el autobús contesta:
- Sí
Lo
que indica dos cosas, que la señora sabía perfectamente dónde
estaba y que es andaluza porque solo aquí una mujer de cualquier
edad puede ser llamada niña.
Esta
entrada, como no puede ser de otra forma, se la tengo que dedicar a
mi padre porque si no fuera por él que me lleva a todos los sitios
pasaría aún más tiempo en el autobús.
Créditos de las fotos:Jose Slz en Flickr y Jóse Glez y Lopez Pepe (ADM) en Flickr